Estaba el otro día en La Ventana, un pueblo/ciudad playero en Baja California. Se llama así porque por ahí corre el viento de una forma espectacular por su situación geográfica.
Fuimos varios amigos y yo a pasar unos días a “Casa del Tío”, un lugar mágico y perrísimo para llegar cuando se quieran dar una vacación que cambie sus vidas.
Parte del trip de llegar ahí, es que los alimentos son lo más naturales posibles, tiene su propio huerto y hasta sus propias gallinas, es una chulada.
Aprendí algo bien chilo uno de los días…
Al desayunar, parte del menú era un avocado toast con un huevo estrellado encima. Claro, el huevo era puesto por las gallinas libres que habitan el lugar, al preguntar que si como estaba la onda al recoger los huevos me explicaron que casi siempre ponen varios en el mismo lugar que la gallina decide es el correcto. Pero cuando uno va por ellos no te los puedes llevar todos, tienes que dejar uno ahí, es la única forma de que la gallina regrese al mismo lugar a los días siguientes a poner más.
Me llamó mucho la atención ese simple detalle.
Me puse a analizar un poco el acontecimiento y lo lleve a una analogía en mi vida y tal vez a la de todos nosotros si es que les hace sentido. Cuando visitamos algún lugar nuevo o conocemos a alguien especial y queremos pertenecer, es importante que dejemos algo nuestro, algo que sea valioso para nosotros y decidamos desprendernos de él, ya sean palabras, sentimientos o energía. Ese será el motivo que nos hará regresar, y regresar siempre de forma más placentera.
Sembrar momentos, para cosechar recuerdos.
¡Ánimo!
Si deseas responder o comentar sobre este rollo, es más que bienvenido.
