Tuve la fortuna de pasar tres días subiendo una montaña en Colorado, estuvo intenso por la exigencia física pero la recompensa emocional fue invaluable.
Sumergirte en la naturaleza es el lujo más grande que hay, al estar dentro constantemente se convierte en un maestro y con su ejemplo te da lecciones perrisimas.
Lección 1:
Cuando un grupo de personas, en este caso mis amigos y yo, los pones fuera de su mundo o su contexto diario, cambiamos, y volvemos a ser nosotros mismos, mejora la comunicación, todo es más simple y más ligero.
Lección 2:
Cuando vas caminando a la cima, entre más volteas hacia arriba para ver cuánto te falta, más te cansas, la clave es dar pasos cortos y fluidos para ir viendo el suelo y pisar firme.
Lección 3:
En el ascenso vas en fila caminando con tus compañeros, como casi todo el tiempo vas viendo hacia abajo naturalmente imitas la ruta y decisiones sobre el camino del que va adelante.
Lección 4:
Conforme vas subiendo, los ecosistemas cambian y la temperatura va bajando, pero si te sigues moviendo puedes recorrerlo con una sola capa cubriéndote, sólo cuando te paras llega el frío intenso y necesitas ponerte unas capas extras.
Lección 5:
Tus prioridades cambian, disfrutas de las cosas que son rutina en la ciudad, un café se te hace el premio más extraordinario que hay.
Cuando viví todo esto constantemente pensaba en mi vida diaria en la ciudad, en mis compañeros, en el presente, en las cosas valiosas de la vida. Si lo ves desde ese ojo te enseña un chorro.
Hay una frase que dice “la naturaleza proveerá”, esta vez realmente la entendí, porque no nada mas me dio bellos paisajes, amaneceres increíbles y agua, lo más valioso que me dio fue, paz y entendimiento.
¡Ánimo!
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