Memorias del Pa’l Norte
La música es amor buscando palabras”
Lawrence Durrell
Tuve la fortuna de ir al festival Pa'l Norte en Monterrey hace unas semanas, es un festival de música de los más grandes de México (para los que no lo conozcan). Un evento increíble con grandes artistas y en un lugar bellísimo. Se los recomiendo ampliamente.
Les platico dos anécdotas de las muchas que viví en ese fin de semana tan especial.
Una de ellas es que vi shows impresionantes de artistas talentosisimos y muchos de ellos que admiro hace años, lo disfruté mucho, además tuve algunos privilegios gracias a queridos amigos para poder tener accesos especiales en algunas secciones prioritarias, continuamente me preguntaba “¿Cómo estoy aquí en este momento? ...¡Qué perro!", me respondía y agradecía a la vez.
Pero bueno, lo importante de esta parte es que aún estando en todos estos conciertos y parafernalia artística, el mejor recuerdo que tengo es la convivencia con mis amigos, las conversaciones, reflexiones, brindis constantes y sobre todo deseando que más seres queridos estuvieran conmigo en ese momento.
Ni el show más impresionante que me tocó presenciar le gana a la calidad de convivencia con mis amigos, y los recuerdos que más brillan fueron simples conversaciones por encima de todo el festival.
Otra de las anécdotas es que estaba viendo un concierto en el escenario principal, y justo terminando seguía el show más importante en esa noche, donde la mayor parte de los asistentes esperaban ver. Un amigo y yo decidimos ver otro show en otro escenario, y teníamos que caminar bastante para lograr llegar al otro show a tiempo. Nos dimos la media vuelta para caminar y en eso vemos el mar de gente que se dirigía hacia el escenario en el que estábamos, impresionante, miles de personas; el caso que iniciamos la travesía. Íbamos en contra de la corriente de ese mar de personas, nuestro caminar tenía que ser más sigiloso y hábil, se sentía la energía de cada persona que nos pasaba por al lado. Conforme quería avanzar más rápido tenía que ser más ágil esquivando a la gente y dando pasos más firmes, y por la corriente en contra, sentía que avanzaba mucho más rápido por el efecto de velocidades encontradas. El caso es que después de la larga caminata silenciosa pero energética, llegamos al escenario justo a tiempo mi amigo y yo, los dos pensativos y cansados nada más sonreímos y dijimos “¿Qué perro estuvo, no?"
Por acá mis dos conclusiones:
- Los lugares los hacen las personas, comuniquemos lo que pensamos y sentimos, la buena compañía le gana a cualquier destino.
- Entender que la dificultad o la corriente en contra es una oportunidad para sentir que avanzamos más rápido, de enfrentarla sin sacarle la vuelta, de obtener mini recompensas más rápido, de ser más ágil en la vida, más ligero, todo mientras tengamos nuestro objetivo final bien claro.
¡Ánimo, un abrazo!
Si deseas responder o opinar sobre el tema es más que bienvenido.
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